Huellas en el corazón son las que dejan las personas que pasan por nuestra vida. Huellas profundas, imborrables, llenas de multitud de vivencias y experiencias compartidas desde lo más profundo de nuestro ser. Así es el corazón del ser humano: débil y fuerte a la vez. Débil porque sufre la pérdida de los que ama, los fracasos de la vida, las rupturas de amor y de amistad, las amarguras de los sueños no cumplidos; y fuerte porque es capaz de sobreponerse y de seguir afrontando el mañana, cueste lo que cueste, a pesar de todo.
Hay huellas que son más especiales que otras, más profundas, más entrañables. Esas huellas son las que tenemos bien marcadas en nuestros recuerdos por lo que han significado. Sabemos lo necesarias que son, por lo que expresan, porque hasta incluso los recuerdos los hemos convertido en sacramentos de la vida. Son vivencias tan especiales, que al traerlas al presente en nuestra mente o al hablar de ellas se vuelven igual de intensas y emocionantes por lo que han significado.