Estamos muy acostumbrados a ir a lo nuestro, viviendo a nuestra manera y marcándonos nuestros ritmos y momentos, sin darnos cuenta del mal que nos estamos haciendo porque nos estamos encerrando en nosotros mismos y nos vamos aislando poco a poco de nuestro mundo, dejándonos llevar por ese estilo de vida en el que todo está permitido y cada uno puede hacer lo que considere porque es dueño de su vida. Esto hace que poco a poco, junto a nuestra sociedad, nos vayamos envolviendo en una atmósfera de soledad e individualidad, a pesar de estar rodeados de personas, volviéndonos herméticos y fríos en nuestras relaciones personales, especialmente cuando se trata de abrir el corazón. La indiferencia se hace fuerte y las etiquetas que nos ponemos nos condicionan en nuestra forma de tratarnos.
individualismo
Sin interés
Estamos tan desengañados y desencantados con el mundo que nos rodea que nos cuesta trabajo abrirnos de corazón. Quizás para no sufrir, quizás porque pensamos que no nos podemos fiar de los demás, pues parece que cada uno va a lo suyo. Creo que el individualismo que nos rodea y del cual somos partícipes en muchas ocasiones, va cerrando poco a poco nuestro corazón y sobre todo nos está apagando el deseo de lucha y de cambio tan necesario en nuestros días. Es necesario que salgamos de nuestro “encierro interior” y podamos así romper la desconfianza que merma nuestra capacidad de apertura y de entrega a los demás.