La tristeza de los discípulos en el Cenáculo contrasta con la esperanza de la Virgen María, que bien sabía que el Señor no la iba a defraudar. A pesar del dolor de contemplar en la cruz y tener entre sus brazos el cuerpo sin vida de su Hijo, María siempre tiene claro que el Señor tenía preparado algo grande después. Pero hay que vivir cada momento, y no podemos cambiar las cosas que no nos gustan por más que queramos. Las cosas vienen como vienen y no podemos evitarlas, más bien lo contrario, hemos de afrontarlas. Por eso dice Jesús: «El que viene a mi nunca tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn 6, 35). Jesús había realizado la multiplicación de los panes y los peces y la gente estaba absorta y emocionada contemplando a Jesús, porque Dios siempre da la abundancia para los que creen en Él. Esa misma abundancia espiritual y de fe fue la que tuvo María desde el principio y que se hace patente en su llamada: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). Con el tiempo no la perdió, sino que la acrecentó.
Madre
Impregna tu vida de Dios y llévalo con los tuyos
Uno de los mayores regalos que Dios ha hecho a los hombres es el de poder ser padres y madres. Las madres tenéis un instinto y una intuición para con vuestros hijos que nadie os puede imitar y superar, porque es el mayor regalo que Dios os ha podido dar. Hoy comparto con vosotros este testimonio de Cristina, que como madre intenta ya desde pequeños transmitir y compartir su fe con sus hijos, como tantas de vosotras, dando respuestas a las preguntas y dudas que les van surgiendo, y enseñándoles a llamar “Papá” a Dios y “Mamá” a la Virgen María. La gran mayoría hemos tenido unos inicios en la fe así, y ya mayores, muchos de vosotros siendo padres y madres, queréis seguir transmitiendo la herencia recibida de vuestros mayores.
Dice así:
Decir “Sí”
Decir “Sí” muchas veces cuesta y nos compromete demasiado, y mucho más cuando no tenemos mucho tiempo para pensar o meditar la decisión. Queremos sentirnos seguros y tener nuestra vida bajo control, sabiendo de las ventajas y de los problemas que nuestras decisiones nos pueden traer. Por eso, en ocasiones, nace el miedo que tenemos a decidir y a lanzarnos en lo importante de nuestra vida.
Cuántas veces nos hemos podido dejar llevar por los impulsos y nos hemos arrepentido cuando hemos constatado que no ha sido la decisión adecuada, y también a la inversa, cuántas veces nos hemos alegrado de que hemos hecho lo correcto y a pesar de jugárnosla y arriesgarnos, nos ha salido bien, hemos acertado y hemos respirado tranquilos.
Si de algo estoy convencido en mi vida es que todo lo que viene de Dios no puede ser malo, más bien lo contrario, siempre será bueno. Y Dios es paciente y actúa. Cuando estamos preparados lo vemos con claridad y cuando no lo estamos espera con paciencia el momento adecuado. Así lo he experimentado a lo largo de mi existencia. Y me encanta descubrir cómo Dios ha actuado en la vida del hombre a lo largo de lo historia y lo sigue haciendo en la actualidad.