Cuando Jesús está proclamando las Bienaventuranzas (cf Mt 5, 1-12) nos está dando a conocer un estilo de vida muy concreto y determinado, el camino de la felicidad que necesita de una serie de actitudes concretas. Hoy vamos a centrarnos en una en especial: «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5, 4).Los mansos son aquellas personas que tienen un espíritu afable, apacible, dócil, suave… capaces de dominarse ante los impulsos que nos salen en las situaciones tensas y que acogen a Dios a través del Espíritu Santo. La persona que es mansa se deja guiar por el Espíritu Santo para tratar con misericordia a los demás, dejando que sea Dios quien habite en su corazón, dando de lado así a las discusiones, los enfrentamientos y el abuso que se pueda tener hacia el otro.