Seguro que todos hemos tenido experiencias donde no nos ha importado pasar por un momento duro y difícil porque al final hemos tenido una recompensa gratificante. Los momentos de dificultad y de apuro nunca son agradables; tenemos que pasarlos, a pesar de que no los deseamos y preferimos estar siempre bien. En esos momentos de dificultad es cuando aflora la angustia, la tensión, la inseguridad que se nos crea al ver que todo se nos tambalea y que parece que el hogar que hemos cimentado no es todo lo resistente que creíamos, porque con mucha facilidad se nos vuelve vulnerable.