Aceptarme para aceptar. Si quieres llegar a tus metas y cumplir tus objetivos en la vida es necesario aceptarte a ti mismo. Hay veces que te avergüenzas de tus fallos o resulta muy difícil olvidarse y superar los errores o malas decisiones que hayas tomado. Para esto es importante mirarte sin juzgar los defectos o virtudes que puedas tener. Conocerse es fundamental; saber quién eres y hasta dónde eres capaz de llegar, viendo tus limitaciones. Así lo hizo Jesús con los apóstoles: cada uno era de una manera distinta y los fue moldeando y enseñando para convertirse en los testigos del Reino. Los defectos no son los que nos definen como personas, tampoco las virtudes, es obvio que nos influyen, pero hay que tener claro que somos un todo, porque así nos ha querido el Señor.
misericordia
Eres barro y Dios te quiere roca
Somos de barro y frágiles. Por muy invencibles, fuertes y autosuficientes que en ocasiones nos creamos, no somos nada. “Polvo eres y en polvo te convertirás”, nos decían el Miércoles de Ceniza, para recordarnos nuestra vulnerabilidad. Esta se hace efectiva en nuestras limitaciones diarias y en nuestra incapacidad de ver más allá de nosotros mismos en multitud de ocasiones. Es importante tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad para que la necesidad de Dios sea efectiva en nuestra vida. No todo vale, y es cierto que, en ocasiones, cuando nos relajamos nos resulta muy fácil dejarnos llevar, alejarnos de Él y sufrir un grave prejuicio en nuestra vida. Reconocer mi incapacidad es dar un gran paso de humildad que nos predispone para que nuestra conversión sea auténtica y con efecto inmediato. Porque no podemos posponer nuestro cambio constantemente. No podemos dar largas al Señor, al Dios de la vida, que está siempre pendiente de ayudarnos y regalarnos la felicidad en lo que vivimos y realizamos.
Ser santo y perfecto
«Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Díos, soy santo» (Lv 19, 2) y «sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48). Estas dos frases, que distan mucho en el tiempo entre sí, son dichas por Dios Padre y Dios Hijo en la Biblia y son una invitación clara a buscar la santidad y la perfección en tu día a día, sin desfallecer ni en los esfuerzos ni en los intentos. Este camino de perfección y de santidad comienza por ser justos en todo con los demás y tener rectitud de conciencia a la hora de actuar, buscando siempre el bien del otro, incluso por encima del tuyo. Son muchas las invitaciones cotidianas para que pienses en ti mismo y no te compliques la vida por nadie. El ejemplo lo tenemos muy cerquita nuestra porque vivimos en un mundo globalizado, cosmopolita, con acceso fácil a toda la información del mundo en nuestra mano y cada vez las personas estamos más aisladas en nuestros entornos y en nuestras vidas particulares. La tecnología nos permite comunicarnos en tiempo real con cualquier parte del mundo y a la vez cada vez lo hacemos menos con los que más cerca estamos.
Propósito de ayunar en Cuaresma
¿Te cuesta ayunar? Hay ayunos y ayunos. Cuando estamos bien dispuestos y queremos conseguir algo, si implica tener que ayunar no nos cuesta trabajo porque lo hacemos con intención y sabemos que es para un bien que nos hemos propuesto. Además, lo hacemos con gusto y nos alegramos cuando vamos viendo el resultado, mucho más si es inmediato. Cuesta lo que no nos gusta o motiva. No podemos engañarnos en este sentido, por eso es importante concienciarse y actuar con determinación.
Mirar con los ojos de Jesús
Cuántas veces hemos etiquetado a una persona por la primera impresión que nos hemos llevado de ella. Cuántas veces hemos hablado de esa persona juzgando por esa primera toma de contacto que hemos tenido. Sabemos que sobra que los prejuicios no son buenos, porque condicionan nuestra manera de relacionarnos. Por eso es bueno tener una mirada limpia y pura, cuanto más mejor. En este ámbito sí que tenemos que ser generosos a la hora de mirar bien a los demás para que todo lo que salga de nuestro interior sea bueno y constructivo. Dejarse llevar es lo más fácil. Entrar en una dinámica destructiva significa abrir un gran canal de acción al mal en nuestra vida, entre otras cosas porque sin darnos cuenta estamos dejando que nuestro corazón se endurezca por los malos sentimientos hacia los otros que cada vez nos hacen más injustos en nuestra manera de mirar y por supuesto de tratar.
Dios está.
Perdonar y no tener en cuenta el mal que te hagan. Qué fácil resulta predicarlo y lo que humanamente cuesta llevarlo a la práctica. Si algo he aprendido en mi vida de sacerdote es a hacer las cosas y procurar tener siempre la conciencia tranquila ante el Señor, buscando actuar sin perjudicar a nadie ni aprovecharme de nadie. De hecho, este es uno de mis lemas con los cuáles quise iniciar mi sacerdocio y quiero seguir llevando a la práctica cada día de mi vida. Entre otras cosas porque siempre me he propuesto dormir con la conciencia tranquila, siendo consciente de que en la vida y en una parroquia es imposible contentar a todo el mundo y caer bien.
Un corazón en búsqueda
Hacer las cosas de corazón nos llena de satisfacción y de paz. Jesús, que es el Buen Pastor, nos muestra también su corazón lleno de amor y de misericordia, para que podamos comprender cómo de grande es el amor que Dios Padre nos tiene a cada uno y cómo nos quiere acoger y comprender tal y como somos; a cada uno desde nuestras propias limitaciones y pecados, sintiéndonos hijos suyos y disfrutando del hecho de que Dios nos ha pensado, nos llama a cada uno por nuestro nombre y nos hace partícipes de su proyecto de llevar su amor allá donde estemos y haciéndonos herederos de su Reino de Amor. Por eso te invito a que mires a tu corazón y recuerdes ese primer amor que tuviste hacia Dios, que te ayuda a seguirlo cada día, a confiar en Él y tenerlo en el centro de tu vida, de tu corazón. Jesús nos enseña que el corazón de Dios nunca se cansa ni tiene límites; no se da por vencido ante las dificultades y siempre se entrega en todo lo que realiza; nos deja libres para que decidamos qué es lo que queremos hacer y cómo queremos vivir; en él volvemos a descubrir cada día lo que significa amar hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), porque siempre quiere llegar hasta el final, siendo fiel a la misión que el Padre le encomendó. Lo mismo tenemos que aprender a imitar nosotros: aprender de la fidelidad de Jesús en la Cruz.
Sé valiente y valeroso
Seguro que en algún momento de tu vida te has sentido con las fuerzas y el coraje suficiente para afrontar con entereza y firmeza las dificultades que se te presentan. La valentía nos permite dar ese paso al frente y ser punta de lanza en multitud de ocasiones, enfrentándonos a situaciones difíciles que llegan a nuestra vida por sorpresa. No es necesario pelearse, ni provocar tensiones, Dios nos da la valentía para mantenernos fieles, estando siempre con Él y perseverando en nuestra vida de fe, siendo conscientes de que hemos de cuidarla por encima de todo. Caminar contra corriente precisa de valentía y de coraje, para no dejarte llevar por tantas personas que no tienen a Dios en su vida; su palabra no es significativa y no la interiorizan, sin llegar a descubrir la fortaleza que es capaz de llegar a dar al alma de cada uno. Hay gente que actúa con maldad, haciendo daño a los demás, dejándose llevar por el rencor, el odio…, y despreciando todo lo que el otro es capaz de realizar. Es muy fácil hacer lo malo, dejarte seducir por los placeres de la carne. Te haces un flaco favor viviendo así, porque te estás privando de saborear la grandeza del Señor en tu propia vida.
Hoy es el Domingo de la Divina Misericordia
Hoy es el Domingo de la Divina Misericordia. Una gran oportunidad para ponernos delante del Señor y dejarnos envolver por Él, para que descansando, sintamos el alivio que nos da su amor y su perdón. Nuestra alma necesita sentirse liberada y cuidada por el Señor, para que Él la convierta en puro amor, que es la mejor manera de manifestar la misericordia. Todos estamos llamados a compartir a Cristo y su evangelio allá donde estemos. La manera que Dios tiene de manifestarnos su amor es a través de su Palabra y de los Sacramentos. Podemos decir que en el Evangelio podemos leer lo que nos dice Jesús expresando toda la Misericordia del Padre Bueno, y los signos tan preciosos que Jesús y después los apóstoles realizaron transmitiendo el amor de Dios al llevar la Buena Noticia por el mundo. También nosotros tenemos que seguir extendiendo la Misericordia de Dios a través de nuestros gestos concretos y visibles que transmiten lo invisible, acercando a todos nuestros hermanos la misericordia y la ternura de Dios, manifestada a través de nuestra persona.
Trata a los demás como quieres que te traten
Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros a veces nos resulta demasiado difícil. En nuestro mundo constatamos continuamente la desconfianza que hay entre las personas; lo ajeno y distante que nos quedan los problemas de los demás; el individualismo con el que nos movemos; los intereses por los que actuamos las personas buscando el propio beneficio y olvidándonos de mirar a los otros; el olvido y la ceguera con el que tratamos a los más desfavorecidos, pasando delante de ellos como si no estuvieran; la competitividad que hay en nuestro entorno sabiendo que hemos de estar atentos para que no nos superen o no nos adelanten en nuestros propósitos e intereses. Que esta Cuaresma seas capaz de pararte a reflexionar sobre el trato que estás dando a todas las personas que tienes a tu alrededor, desde las más cercanas hasta las que se cruzan en tu día a día y ni siquiera te paras a hablar con ellas. Es la oportunidad que se te presenta para cambiar actitudes, pensamientos y sobre todo el entorno que te rodea, para así hacer realidad el nuevo mundo al que nos llama el Evangelio cada día, desde el amor y la misericordia.