Cuando el ser humano está organizado en su vida personal siente una gran sensación de seguridad y de control que le permite caminar sobre seguro. Llegar hasta ahí no es fácil, pues hay que iniciar un proceso de construcción que nos lleva a más de un momento de tensión y de dificultad. A veces nos encontrarnos con lo inesperado y no es agradable, pues no supone un cambio de planes y tener que replantearnos las cosas de otra manera. Hay veces que a la hora de improvisar salimos airosos y “salvamos los muebles”; y en cambio en otras ocasiones las cosas no salen como queremos y todo es un caos y un sinsabor.
Todo proyecto personal exige una fidelidad, una constancia y un tiempo de dedicación en el que no podemos permitirnos el fallar. Henos de ser firmes, pues son muchas las situaciones que se nos presentan, algunas muy apetecibles, para abandonar rápidamente el compromiso, dejándonos llevar por lo inmediato y placentero. Además, no es un camino fácil porque exige. Y las exigencias nos llevan a tener que afrontar esas situaciones que no deseamos ni queremos y que se nos pueden hacer demasiado cuesta arriba, pues lo imprevisto en ocasiones es indeseable, y bien sabemos que vivir y afrontar lo que uno no quiere a veces es demasiado difícil. Por eso es importante perseverar, para que en los proyectos que llevamos a cabo podamos tener esa rapidez a la hora de cambiar lo que funciona y renovar constantemente las ilusiones y compromisos, evitando así caer en la rutina.