¡Cuántas veces posponemos las decisiones y dejamos correr el tiempo! Sufrimos más de la cuenta y nos bloqueamos enormemente. No alargues el sufrimiento innecesariamente porque el Señor está ahí esperándote para ayudarte a que te lances a solucionar tus agobios y preocupaciones. El camino más cómodo es el de dar largas y encerrarte en ti mismo. Al final todo se convierte en una huida que no te lleva a ninguna parte, pues todo vuelve a confluir en tu mente y poco a poco se va embotando más y más, llevándote a un agobio mayor y a un aparente camino sin salida. Hay que cambiar algo por poco que sea, por muy insignificante que parezca, porque así estás comenzando a dar un aire nuevo a tu vida, necesario para salir del bucle en el que te has sumergido y tan poco te está ayudando.
Padre Aurelio
El pozo del encuentro
Son muchas las ocasiones en las que decimos que estamos cansados de personas, situaciones u obligaciones que tenemos que realizar. Los aconteceres cotidianos marcan nuestros estados de ánimo y desgastan nuestras ilusiones y los buenos deseos que podemos tener de cara al futuro. También las debilidades de los demás nos cansan y nos hacen perder la paciencia, dificultando el poder aceptarles tal y como son, pues se hace más difícil la convivencia y el poder avanzar juntos poniéndonos de acuerdo. Es fundamental el diálogo para no sucumbir ante la tentación de abandonar. No te dejes llevar solamente por lo que tú crees, desde la altura con la que tú miras las cosas. Es necesario tomar distancia para mirar tu realidad desde otra perspectiva, si puede ser, mucho más alta, para tener una mejor visión de todo lo que te está ocurriendo. Motivos para creer que estás en lo cierto y cargado de razón no te van a faltar, pues siempre vas a poder argumentar desde tu realidad y tu visión, cómo te sientes y cómo estás viviendo tu vida, se lo cuentes a quien se lo cuentes. Todo depende del color del cristal con el que mires las cosas. Pues no te sumerjas en el cansancio para argumentar tu punto de vista, porque te llevará a encerrarte más en ti mismo y no tener ni la valentía ni el coraje de dar pasos en la buena dirección.
Equilibrio interior
Parece casi normal que en nuestra vida suframos altibajos. Hay días que estamos más animados que otros; sentimientos que van y vienen; ilusiones y desilusiones que marcan la vitalidad con las que luchamos las cosas; enfados y desenfados con las personas que nos rodean y las circunstancias que tenemos que vivir…; y un sin fin de actitudes y vivencias que hemos de afrontar cada día y que marcan esos picos altos y bajos que tenemos en nuestro interior y que condicionan nuestra forma de vivir. Mantenernos en un mismo estado y nivel de vida interior parece casi imposible, porque vivir constantemente en equilibrio interior resulta una empresa difícil y dura a la vez, pues hemos de tener una fuerte vida interior que nos ayude a mantenernos en paz, serenidad, esperanza e ilusión en todo momento y en cada vivencia, independientemente de cómo sea. Es cierto que no somos máquinas, pero si algo nos ayuda a mantenernos en este equilibrio tan preciado y beneficioso es nuestra vida espiritual, pues nos ayuda a afrontar desde la presencia de Dios y desde la confianza más absoluta cada situación que tengamos que vivir, por muy dura y traumática que sea.
Ánimo para seguir al Señor
¡Qué importante es el ánimo para seguir al Señor! Dejarse hacer por el Señor es lo que más cuesta, porque no ser tú quien controle tu vida cuesta trabajo, especialmente cuando tienes que dominar tu voluntad y someterla a los designios de Dios. Al principio siempre cuesta, sobretodo cuando en tu corazón no está muy presente el amor de Dios, y relacionarte con Él es difícil porque no le sientes ni escuchas como a los que te rodean. Si poco a poco te vas adentrando en su presencia te das cuenta de que se te abre una puerta que te lleva a la Vida en Él y te hace vibrar. Son pasos muy pequeños los que hay que dar al principio, pero son los más valiosos e importantes, porque los empiezas a cargar de sentido y te permiten tomar el primer contacto con el Dios Bueno que te ama, que ha dado la vida por ti en la cruz, que sabe que tiene que ser paciente contigo y no se cansa de esperar a que estés totalmente preparado para abrirle tu corazón y que entre a quedarse en él siempre.
Sé un discípulo alegre
Dios te ha elegido para que seas su discípulo, su enviado. Piensa qué es lo que te impide ser tú mismo y actuar en el nombre del Señor. Las principales trabas que ponemos a Dios en nuestra vida son fruto de nuestros miedos, inseguridades y falsos respetos humanos, que no nos permiten darle al Señor lo mejor de nosotros mismos. Son muchas las veces que nos quedamos con ganas de darle y de entregarnos más a Él, porque sabemos que, en nuestra vida de fe, aún tenemos mucho margen de mejora. No tengas ningún miedo a dejarte tocar por el Señor. Es apuesta segura y ningún esfuerzo que hagas por Él quedará sin recompensa. Tenlo claro y cuéntale todo lo que te ocurre con toda la sinceridad tu corazón. No te guardes nada porque te está esperando en el monte Tabor. No hay que irse a buscarlo muy lejos. Basta con ir al Sagrario y estar allí en silencio, contemplando la maravilla más hermosa que puedes tener ante tus ojos. Aquí no se trata de que seas tú quien mire, sino que te dejes mirar por Jesús que quiere entregarte todo su amor para que desbordes, para que te sientas anonadado y sobrecogido ante tanta grandeza, ante el amor más puro y auténtico que puedes llegar a sentir en tu vida. Serás consciente, entonces, de que el tiempo ya no importa, porque tu alma se funde con la de Dios, y querrás que todo se pare para disfrutar y saborear ese momento único e irrepetible, siendo a la vez consciente de que, a pesar de tus miserias, Dios quiere ayudarte a transformarlas para que madures en tu fe y cada encuentro con Jesús esté lleno de vida.
Has de ver cosas mayores
El Señor siempre cuida a los que se ponen en sus manos. Hay veces que no entendemos porqué Dios pone dificultades y sorpresas en nuestro camino, sin comprender en primera instancia qué es lo que se propone con nuestra vida; pero es cierto que cuando estás totalmente abandonado en sus manos, lo que te desconcierta y descoloca, con el paso del tiempo vas constatando que lo has vivido ha merecido la pena y tomas conciencia de cómo el Señor te cuida, te guía y va por delante de ti; entonces te das cuenta de lo grande que es y cuántas gracias tienes que darle por cómo va dirigiendo tu vida día a día sin apenas darte cuenta.
Son muchos los momentos que no vemos con claridad, las veces que creemos que ante nuestras dificultades no tenemos salidas, aparentemente. Aunque no entandamos nada, Dios siempre está ahí, sosteniéndonos y cuidándonos,pendiente de cada uno y dispuesto a darnos lo que necesitamos. Es importante saber abrirle la puerta de nuestro corazón y nuestra alma para que pueda entrar de lleno en nuestra vida y ayudarnos a sobreponernos y salir adelante. Lo normal es que nos cerremos en banda, nos bloqueemos y obsesionemos con nuestra situación, porque nos sentimos agobiados, desbordados y en un callejón sin salida. Nuestra mente se embota y no dejamos de pensar ni preguntarnos. Encerrarnos en nosotros mismos y obsesionarnos con nuestra angustia y sufrimiento, lo único que va a suponernos es un vacío más grande y un malestar mayor.
Confianza absoluta
Confianza absoluta, es la llamada que nos realiza la fe día tras día de nuestra vida. Sabemos de la dificultad que entraña en los tiempos que vivimos fiarnos de los demás, poner toda nuestra confianza en las personas que nos rodean. Hay muchas personas que dicen que hay secretos que no se cuentan a nadie, ni a los más íntimos. Preferimos guardarnos bien nuestras intimidades porque así nadie nos puede traicionar. Es como si nuestro corazón albergara dudas sobre la fidelidad de los que están a nuestro lado, pues su reserva no es del todo fiable al cien por cien. Actitudes así, son las que ayudan a que sigamos sembrando el mal a nuestro alrededor, porque estamos poniendo límites a la bondad, tanto la de los que nos rodean como la nuestra propia. Un brote de desconfianza se va haciendo, paso a paso, presente en nuestra vida y va cobrando fuerza con las experiencias, desencantos y decepciones que se nos van presentando. No podemos convertir nuestra vida en formalismos y costumbres sin vida. La capacidad de sorprendernos por lo que nos acontece, viviéndolo desde la presencia de Dios, es lo que nos ha de convertir en seres especiales. No porque nosotros nos lo creamos así e hinchemos cada día nuestro ego, sino porque desde la presencia de Dios y la puesta en práctica de la Palabra de Dios vamos descubriendo la felicidad y la plenitud en cada cosa que realizamos y con cada persona con la que nos encontramos.
Generosidad de corazón y de fe
La generosidad es una virtud que nos enriquece, no sólo porque cuando hacemos las cosas de corazón sin esperan nada a cambio, recibimos mucho más de lo que damos, sino porque somos capaces de renunciar a nosotros mismos dando lo mejor de nosotros mismos por amor. Como siempre necesitamos imágenes, utilizamos el amor de los padres hacia los hijos, una generosidad ilimitada, que nace del corazón. Así es el amor que Dios nos regala cada día, generoso y lleno de vida, para que también la entreguemos siguiendo su ejemplo. Quien es generoso de corazón, tiende siempre a ponerse en el lugar del otro para poder comprenderlo, aceptarlo y amarlo tal y como es. También tiene la virtud de defenderlo cuando los demás lo juzgan a la espalda. Al conocer a personas así, te sientes atraídos por ellas porque su bondad te engancha y te admira. Todo lo que te transmite es bueno. Además, quien es generoso de corazón es también generoso a la hora de perdonar, no por sus méritos, sino por la acción de Dios en su vida.
El regalo de Santiago – Camino de Santiago (IX)
Enorme última etapa la vivida entre Pedrouzo y Santiago de Compostela. Comenzó más temprano que de costumbre, con la idea de llegar a los pies de Santiago antes de mediodía y poder participar en la misa del peregrino en la Iglesia de San Francisco. La ilusión era grande, pero al comienzo de la etapa las sensaciones no eran buenas. Algo que me extrañó, porque el día anterior fue el mejor día que caminé. La presión de llegar, el no haber descansado todo lo que me gustaría… eran pensamientos que martilleaban mi cabeza y me agobiaban un poco, porque se escapaban de mi control.
Contemplar a tu alrededor – Camino de Santiago (VII y VIII)
Quiero compartir con vosotros una hermosa experiencia que me ha llegado por whatsapp sobre el Camino de Santiago sobre el post del sábado. Gracias hermana de antemano por abrir tu corazón y compartir. El Señor te bendiga.
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