Hay veces que resulta difícil ver la mano de Dios en medio de las debilidades, del sufrimiento, de la confusión ante lo que acontece en nuestra vida. Dios siempre está y es necesario, desde la fe, poder verlo con claridad para que encontremos la calma que nos permite afrontar las situaciones con paz y confianza en Él. El apóstol San Pablo nos da su testimonio de cómo en medio de la debilidad ha sentido la fortaleza que el Señor le ha regalado: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me glorío en mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Cor 12, 9-10). La Palabra de Dios tiene mucho poder y fuerza y aunque a veces cuesta trabajo reconocerlo en medio de la debilidad, Cristo nos tiende su mano para llevarnos a una vida nueva.
presente
Confío en ti, Señor
Quiero que mi confianza en Dios se transforme en seguridad y en esperanza firme, porque el Señor tiene que seguir actuando en mi vida y ayudarme a seguir mi camino de fe con determinación, llenando mi vida de sentido y de amor. Confiar en Dios a veces me exige tener que cederle el mando de mi vida, algo a lo que muchas veces me cuesta trabajo renunciar, porque quiero ser yo quien marque los ritmos, los procesos y sobre todo lo que más me conviene en todo momento. No quiero cegarme en esta empresa, entre otras cosas porque tengo claro que el Señor siempre va a buscar lo mejor para mi y sé que no voy a estar en mejores manos que en las suyas. Esto me tiene que llevar a fiarme plenamente de Él y a saber concretizar en mi día a día que es el Señor quien me tiene que guiar y el que tiene que mandar en mi. Hay veces que la tentación de la autosuficiencia se hace fuerte en mi y cierra mi corazón, entre otras cosas porque tengo la sensación de que hay veces que salgo triunfante en muchas empresas propuestas y me creo que son mérito mías.
Tiempo
Dios no tiene tiempo. El tiempo lo hemos inventado los hombres para organizarnos mejor y para dar valor a lo que hacemos. El tiempo muchas veces nos ata y nos esclaviza y hace que dediquemos nuestros esfuerzos a lo que creemos importante, según el momento que estamos viviendo. El tiempo creemos aprovecharlo, pero muchas veces lo malgastamos inútilmente en aquello que no nos beneficia nada para nuestra vida espiritual. Todos hemos escuchado más de una vez esa frase que dice: “El tiempo es oro”. Lo que es cierto es que lo que hagamos y dejemos que pase, sin haberlo aprovechado, disfrutado y valorado, ya no volverá. Porque la vida pasa y los momentos también. Piensa que cada momento que vives es irrepetible y que ya no volverá. No pierdas el tiempo y no dejes que te inunde la sensación de que has perdido el tiempo haciendo nada; es como dejar que tu vida vaya pasando sin aprender, madurar y enriquecerte nada. Que en tu fuero interno esté el que al menos has intentado cada cosa que te has propuesto, para que nunca te quedes con la sensación de que lo que has hecho es inservible. El tiempo no se recupera jamás. Por eso vívelo con intensidad como si fuese el primer y último momento de tu vida.
Es tu oportunidad
Me decía el otro día un alumno en clase que estaba agobiado porque tenía muchos exámenes y que no le apetecía trabajar, dejándome entrever que estaba cansado y con poca motivación. Muchas personan se bloquean ante la presión, el agobio y la auto-exigencia cuando tienen mucho que hacer y sobre todo cuando dejamos todo para el final.
Cuando nos encontramos en situaciones así o parecidas nos proponemos con frecuencia que no nos va a volver a pasar, incluso nos enfadamos con nosotros mismos porque una vez más hemos vuelto a tropezar en la misma piedra. Y nos solemos decir con energía que es la última vez que nos ocurre, que ya está bien.
Es el momento de cambiar y de superarte. No te conformes con lo mínimo. Ten altas aspiraciones pues ya la vida misma se encarga de colocarnos en el lugar que nos merecemos y de bajarnos nuestras expectativas. Ilusiónate por lo que te parece inalcanzable para que tus metas sean altas y así puedas avanzar y crecer.