Hay sorpresas y sorpresas. Nos gustan y deseamos las que nos llevan a la felicidad; rechazamos las que nos causan tristeza y sufrimiento. Lo que está claro es que con ambas debemos convivir y avanzar en nuestro camino particular. Cada uno necesitamos nuestro tiempo, nuestro proceso para encajarlo todo en nuestra vida. Nos marcan especialmente y algunas son puntos de inflexión en nuestra vida. Dios es especialista en sorprendernos. El anuncio de la Resurrección está lleno de esas sorpresas que hacen que nuestra vida cambie. El primer día de la semana las mujeres fueron al sepulcro a terminar de preparar el cuerpo de Jesús en el sepulcro y allí se vieron totalmente sorprendidas. En primer lugar, sobresaltadas, porque no lo esperaban, luego se llenaron de miedo, porque la novedad de la resurrección necesitaba ser procesada en su mente y en su corazón.