La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.
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Estar a la altura
A todos nos gusta estar a la altura de lo que esperan de cada uno. Queremos hacer las cosas siempre lo mejor posible para que no puedan decir nada de nosotros; para que estén contentos con lo que nos encomiendan y con nuestro trabajo. Son muchos los malos ratos que nos llevamos personalmente cuando no estamos a la altura y lo pasamos mal. Continuamente vamos buscando constataciones de los demás o de nuestro entorno para cerciorarnos de que estamos haciendo lo correcto y de que es de su agrado. Lo necesitamos.
Junto a los amigos del Señor
Sentimos la necesidad de compartir nuestras experiencias, sentimientos y vivencias con las personas que tenemos a nuestro lado. Para ello necesitamos cultivar la confianza a través del diálogo sincero que nos ayude a profundizar en nuestras relaciones personales, abriendo nuestro corazón sin ningún tipo de reserva y dejando que nuestras vivencias sean las que enriquezcan nuestras relaciones personales con los demás. Todos tenemos personas con las que podemos hablar sinceramente y que nos hacen sentir bien, pues somos escuchados, comprendidos y queridos. Estas personas son imprescindibles en nuestra vida pues nos ayudan a crecer, a vivir la amistad y el amor de una manera mucho más profunda. ¡Qué hermoso es tener personas que saquen lo mejor de ti en cada momento! Así nos sentimos más felices y realizados en nuestro caminar cotidiano.