Entregar tu tiempo a los demás es una maravillosa oportunidad de poder darles lo mejor que hay dentro de ti dedicándoles toda tu persona. Es lo que muchas veces echamos en falta en nuestro ritmo de vida cotidiano. El saber pararnos y prestar más atención a los que nos rodean, al Señor, a la oración personal, al cuidado de nuestra vida interior. El día a día nos va apretando tanto que al final nos convertimos, casi sin darnos cuentas, en máquinas de consumir vida y tiempo donde pasan los días y cumplimos de manera autómata nuestros cometidos sin saborear y disfrutar cada oportunidad que se nos presenta de contemplar, admirar, recrearnos, interiorizar, reflexionar… y tantas acciones que nos ayudarían a cambiar el prisma de cómo vivir y afrontar cada reto.