Tenemos cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, para celebrar que el Señor Jesús está vivo y resucitado. La Pascua es un tiempo de alegría, en el que se tiene que se nos tiene que notar a los cristianos, que estamos alegres por celebrar la Resurrección de Cristo y porque está vivo a nuestro lado, caminando con nosotros, dándonos fuerza y sentido a todo lo que vivimos y realizamos. La Pascua es un paso, y muchos son los pasos que cada uno debemos de seguir dando para avanzar por el camino de la vida, hacia el encuentro con Dios, superando nuestros desiertos particulares, como el pueblo de Israel; atravesando nuestro mar Rojo, con hermosas experiencias de liberación que nos impulsan a una vida nueva; desprendiéndonos de las ataduras que nos impiden avanzar con paso firme y seguro, y de la incredulidad que hace que dudemos y nos estanquemos en nuestra vida de fe, dejando a Dios de lado y ocupándonos más de las cosas del mundo que de las suyas.
resurrección
Alegría renovada en la Resurrección
K¿Cuantas veces te has sentido sin ánimo, sin ganas de caminar y de abandonarlo todo? Hay veces que la oscuridad se hace fuerte ante la luz de nuestra vida, y nos cuesta trabajo avanzar, seguir hacia delante. Jesús con su resurrección quiere ayudarnos a superar estas situaciones que nos llevan al desánimo, a la muerte en la fe. Cristo nos ayuda a poder madurar, dejando atrás todo aquello que nos sumerge en el sepulcro bien sellado. La Resurrección de Cristo supone una ruptura con todo aquello que nos habla de debilidad y fragilidad. Dios nos da la posibilidad de sumergirnos en el misterio más hermoso de nuestra fe, y poder descubrir desde su presencia todo aquello que nos habla de triunfo, de vida, de nuevos caminos y oportunidades que se nos brindan para vivir más plenamente el Evangelio y compartirlo especialmente con los hermanos. No es una vivencia personal, ni mucho menos una celebración individual, sino que es en la comunidad donde nos encontramos con los hermanos que creen y se alegran por lo mismo que nosotros. Jesús fue lo primero que hizo, rodearse de discípulos, de amigos con los que compartir la vida y a los que enseñar. No hacía nada sin ellos, todo lo compartían. Esta es la invitación que en esta Pascua el Señor Jesús nos hace a cada uno: compartir nuestra fe y lo que somos, abriendo el corazón sin temor, porque Dios actúa en él y nos permite reconocerlo.
La Pascua en Sri Lanka
¡Verdaderamente Cristo ha resucitado! Es lo que creemos y decimos. Cristo ha resucitado para llamar a tu puerta, para que entregues tu vida, para que no tengas miedo a arriesgar lo que tienes. Hay que estar preparados, no sirve la espera. Las cosas llegan siempre cuando menos te lo esperas. Así ocurre con las desgracias de la vida, con la muerte, con los gestos violentos que los hombres somos capaces de realizar.
Cristo ha resucitado
¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo vive! Jesucristo ha roto las cadenas de la muerte y se presenta ante sus discípulos para devolverles la alegría. También se presenta ante nosotros, para transformar nuestros llantos en alegría, en el gozo del encuentro. Entramos en el tiempo más gozoso del año, el de la Pascua, donde queremos decir que la muerte no tiene la última palabra. El Dios de la vida ha venido a iluminarnos, a transformar todo aquello que nos impide estar con Dios y poder contemplarle clara y transparentemente. Así es como Cristo se nos muestra, transparente, sin ningún filtro, derramando el Amor de Dios en nuestros corazones, para que podamos saltar de gozo.
Abrir las puertas
Por las circunstancias de la vida y de los tiempos que corren hoy nos fiamos de muy poca gente. Son muchas las situaciones en las que desconfiamos, cuando alguien desconocido se acerca a pedirnos algo podemos llegar a desconfiar de él y pensar que nos quiere engañar. Recuerdo hace años que una persona mayor de mi pueblo natal, Noblejas, me decía: “Hoy todas las puertas de las casas están cerradas, echo de menos el verlas abiertas y poder entrar, sentarme con el vecino y tener un rato ameno de conversación. Ya no nos fiamos de nadie”.