Enorme última etapa la vivida entre Pedrouzo y Santiago de Compostela. Comenzó más temprano que de costumbre, con la idea de llegar a los pies de Santiago antes de mediodía y poder participar en la misa del peregrino en la Iglesia de San Francisco. La ilusión era grande, pero al comienzo de la etapa las sensaciones no eran buenas. Algo que me extrañó, porque el día anterior fue el mejor día que caminé. La presión de llegar, el no haber descansado todo lo que me gustaría… eran pensamientos que martilleaban mi cabeza y me agobiaban un poco, porque se escapaban de mi control.