Alguna que otra vez nos hemos arrepentido de haber dicho algo que no estaba bien cuando discutíamos con alguna persona o cuando hemos sido imprudentes, sin medir nuestras palabras ni las consecuencias de estas. Todos sabemos que tenemos que controlarnos a la hora de hablar, ya que somos conscientes del daño que podemos hacer a otras personas con la lengua. Es más, bien sabemos que la lengua es una espada afilada capaz de llegar a matar a muchas personas cuando no la utilizamos bien. Por eso, hemos de ser cuidadosos para no dejarnos llevar por el morbo, comentarios fáciles, críticas y juicios que en ocasiones llegan a hacer mucho daño porque no somos capaces de medir sus consecuencias.
Hay palabras y frases lapidarias que nos pueden dejar marcados para siempre, ya que parece imposible sacárnoslas de la cabeza, porque constantemente resuenan en nuestra mente como un martillo destructor, haciendo un daño terrible y provocando gran sufrimiento en el corazón. Es importante saber decir las cosas y tener tacto y delicadeza a la hora de hablar, ya que no hablamos con objetos inmateriales sino con personas que sienten y padecen, y a las que dependiendo de dónde les viene lo que se le dice, se les puede hacer mayor daño. Hay personas y personas en nuestra vida, y dependiendo de los lazos que tengamos con ellas lo que dicen tendrán mayor repercusión en nosotros.