«El que se ama a sí mismo, se pierde y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). La vida es un regalo de Dios que tenemos que cuidar y conservar. Hemos de amarla y defenderla constantemente, porque es el primer don que Dios nos hace a cada uno. Estamos llamados a amar la Vida y no centrarnos en lo propio nuestro, porque entonces comenzamos a perder fuerza y a ser derrotados por todas las amenazas del mundo que atentan contra la vida física y la vida espiritual. Quien vive para lo propio se convierte en un egoísta, aunque pueda prosperar en los éxitos materiales y mundanos. El mundo se está encargando de meternos muy bien esta idea, porque necesita personas vulnerables interiormente, centradas en sí mismas, para seguir alimentándose y sintiéndose fuerte y dominador de las voluntades de cada ser humano. Jesús nos invita a lo contrario. Él siempre desecha la búsqueda del éxito personal a costa del olvido de los hermanos. Por eso critica con dureza a todos los que se buscan a sí mismos antes que a los hermanos. El verdadero sentido de la vida está en entregarse a los otros, para que así podamos amar y donarnos a los demás gratuitamente sin esperar nada a cambio, siguiendo los mismos pasos de Jesús, que pasaba por todos los lugares haciendo el bien y entregó su vida en la cruz por amor.
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Hoy es Jueves Santo
Hoy es Jueves Santo, hoy es el día del Amor Fraterno. No es un jueves más del año, es el jueves más especial porque Cristo instituyó la Eucaristía, nos enseñó el verdadero valor del amor, de la entrega y del servicio. Hoy tiene sentido meditar el último mandamiento que Jesús nos dejó: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13, 34). El amor no es una opción, es el mandato de Jesús. No podemos pensar en si nos apetece o no, porque la condición natural del hombre es a amar y entregarse. Amar la propia vida, amar a los demás y por supuesto, amar a Dios. Son las tres dimensiones del ser humano que nos completan y que no pueden dejar coja nuestra capacidad de amar, si no las vivimos auténticamente. No amar a los demás ni a Dios es desobedecer el mandato del Señor Jesús.
Llena tu alma del amor de Dios
Ante las dificultades con las que podamos encontrarnos a lo largo de nuestra vida y por muy complicadas que sean las circunstancias que vivamos, tenemos que comportarnos como servidores de Dios, que siempre está con nosotros y nos trata como verdaderos hijos suyos. Él no nos abandona, siempre está a nuestro lado, pendiente de nuestras necesidades y esperando para darnos a cada uno lo que más necesitamos. Es cuestión de fe, el poder llegar a esta experiencia vital, que nos permite afrontar cada adversidad con una esperanza única que nos sana. Dios siempre nos da trato de hijos, nunca se olvida de nosotros, nos mira con cariño y siempre nos está cuidando desde el cielo. Que esta certeza de fe sea siempre para ti un consuelo, pero sobre todo la seguridad que te hace sentirte en las buenas manos del Padre; en sus manos no has de temer porque te sentirás protegido y comprobarás como Él te da la paz, la serenidad y la confianza más absoluta en los momentos difíciles y cuando parece que todo está perdido.
Dejarse trascender
Vivir en la presencia de Dios a veces nos cuesta demasiado, porque la exigencia de vivir nuestra vida de fe con autenticidad nos supone un gran esfuerzo, que, en ocasiones no estamos dispuestos a realizar en la práctica, aunque sí en la teoría. A veces es mayor el deseo que tenemos que la práctica que vivimos. Dejarse trascender es importante, porque nos permite entrar en la presencia de Dios en todo aquello que hacemos, y, nos da, además, la oportunidad de alcanzar la plenitud en todo aquello que realizamos. Por naturaleza estamos llamados a ir más allá de lo que vivimos y realizamos; la trascendencia nos ayuda a mirar a un Ser Superior, a Dios mismo, que quiere llenar nuestra vida de sentido. Como creyentes estamos llamados a distinguirnos de los demás por nuestra capacidad de trascendencia, de dejarnos tocar por el Señor, que como buen Padre siempre está dispuesto a abrazarnos y consolarnos con todo su amor.
Jesús camina a nuestro lado
Caminar con Jesús, es la invitación que Dios nos hace cada día a través de su Palabra. La Palabra de Dios quiere iluminar nuestro camino y dar luz a todo lo que realizamos y vivimos. Nuestra vida está hecha de pequeños momentos que forman parte de un todo. A lo largo del día a día vivimos multitud de ellos, y estamos llamados a dejar que cobren todos un sentido, viviendo una unidad en nuestra persona, pero sobre todo en el espíritu que ponemos, en cómo lo afrontamos y dejamos que nuestra persona vaya encontrando poco a poco su lugar en el precioso proyecto de la Historia de la Salvación de la cual nosotros formamos parte como bautizados.
Recuerdos que dejan huella
Bien sabemos todos que por la huella que dejan las personas en nuestros corazones, es difícil olvidar. Los recuerdos son importantes porque nos retrotraen a experiencias maravillosas y también duras que hemos vivido. Han marcado nuestra vida y nos han permitido crecer, aprender y hacernos más fuertes ante las adversidades. Siempre necesitamos de personas que nos completen y sigan sacando cada día lo mejor de nosotros mismos. El amor que las tenemos y todo lo que compartimos con ella van calando hondo en nuestro corazón y van dejando con el paso del tiempo una huella imborrable. Hemos de aprender a olvidar lo malo, lo que no sirve, y quedarnos con lo bueno, con lo que construye y nos permite serenar nuestra alma y vivir en paz, sabiendo que tenemos la conciencia tranquila porque hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Pasar por la puerta estrecha
Muchos son los momentos en los que nos quejamos y lamentamos por los esfuerzos que tenemos que realizar o porque las responsabilidades que tenemos nos cuestan demasiado llevarlas a la práctica. En ocasiones, tenemos que realizar sobreesfuerzos y hacen que tengamos que empeñarnos más de lo que quisiéramos y deseáramos. Solemos elegir el camino más fácil y que menos nos complica la vida; si es posible también nos solemos escaquear de las responsabilidades dando un paso al lado para que otros sean los que se responsabilicen y así nosotros estar tranquilos. Luego somos exigentes a la hora de que nos traten bien, nos presten atención y cuando necesitamos atención y dedicación por parte de los demás buscamos siempre la exquisitez, y si no están a la altura de lo que esperamos protestamos para hacer saber nuestro descontento.
Aprender para servir
Ninguno hemos nacido sabiendo. Desde pequeños hemos recibido una educación por parte de nuestros padres y nuestra familia, del colegio en el hemos aprendido conocimientos, de la parroquia en la que hemos ido recibiendo la doctrina de la Iglesia, que nos ha ido formando como personas y como creyentes para tener así una educación integral. Nuestros deseos y proyectos de futuro han podido cambiar con el paso de los años, pues de pequeños teníamos unos deseos sobre nuestro futuro y según crecíamos muchos de ellos han cambiado y han pasado a un segundo plano, respondiendo así a las decisiones que hemos ido tomando según pensábamos lo que era correcto y lo que más nos favorecía para nuestra vida. Lo que sí está claro es que somos fruto de nuestra educación y formación. Debemos cuidarla con exquisitez, pues de ella depende lo que el día de mañana sea nuestra sociedad.
Recoger lo que se siembra
Siempre hay personas a nuestro lado que se dedican a hacer cosas por los demás sin parar; están dispuestas para todo lo que haga falta, capaces de compartir lo poco o mucho que tienen, no importa, parece que tienen las manos rotas. Tienen tiempo para todo y para todos, y hay veces que viéndolas actuar piensas de dónde lo sacan para hacer tanto y tan bien. Estas personas son necesarias en nuestro mundo, porque son las encargadas de aunar y de sembrar, de preocuparse por todos los que le rodean, procurando que todos se encuentren lo mejor posible y ayudando en todo momento en lo que está en su mano. Son personas fieles a su misión, pues la han entendido perfectamente y la viven con fidelidad. Tienen el don de saber escuchar y de percibir cómo se siente el otro, sabiendo encontrar palabras oportunas que serenan y animan, que te hacen sentir tranquilo y seguro, pues sabes que estando ellas a tu lado nada debes temer, pues, aunque haya un problema, van a estar a tu lado para encontrar una solución y desbloquear la situación que tanto puede llegar a agobiar.
Siervo inútil
Muchas son las personas que cuando hacen algo buscan que los demás los vean, quedar bien, ser reconocidos y dejar constancia de su participación. Además, cuentan con una gran habilidad para salir muy bien en la foto, saben buscarse el mejor lugar para ser vistos y para darle también la difusión necesaria para que se vea qué han hecho y cuándo han estado. Hemos de tener claros los fines por los cuales nos movemos en nuestros compromisos, pues cuando uno llega a su objetivo, el compromiso cesa y uno desaparece.