Sonríele a Dios. «Sus planes no son nuestros planes, y nuestros caminos no son sus caminos» (Is 55, 8). Cuando de repente, ante nuestros ojos y pasos, se presenta un giro inesperado o una “sorpresa” no deseada, sabemos de sobra que esto nos descoloca. Parece como que todo se desmorona, como que la vida se para de repente y te ves cayendo al vacío, con tu vida totalmente descontrolada y saltando por los aires, siendo consciente de que todo se ha perdido y se ha derrumbado. Entonces le preguntas a Dios qué es lo que quiere de ti y qué te tiene preparado; y, además, te das cuenta de que todas las seguridades que te habías construido para sentirte bien y vivir aparentemente feliz han desaparecido repentinamente. Te falta el aire, tu cabeza no deja de dar vueltas y se te pasan por tu mente miles de pensamientos e ideas que cada vez se descontrolan más. Y surgen las preguntas sin respuesta y esa sensación en tu interior de que todo se ha perdido.
sorpresa
Obra de arte hecha por Dios
Dios siempre nos sorprende cuando nos llama a cada uno. Hay veces que lo hace Él directamente, otras, en cambio, se hace presente a través de instrumentos. Es hermoso ser instrumento del Señor y reconocer su presencia a tu lado, caminando como uno más, pero siendo consciente de que no es uno más, que es tu Dios que te ama y te bendice. Cada persona tenemos nuestras circunstancias; cuando estamos centradas en las nuestras, suelen pasar desapercibidas la de los demás; en cambio, cuando estamos abiertos a la voluntad del Señor y con disponibilidad en nuestro corazón, somos más sensibles a las necesidades de los otros. En medio de cada situación el Señor nos está diciendo a cada uno algo. Se lo dijo a los discípulos, especialmente durante los cuarenta días en los que, después de resucitado, se les estuvo apareciendo, antes de subir al cielo. Dios llega de improviso, cuando los discípulos no se lo esperaban. Basta con echar un vistazo a los pasajes evangélicos que nos hablan de la Resurrección, para ver cómo en muchos de ellos los apóstoles no lo reconocían en primera instancia.
De sorpresas y de prisas
Hay sorpresas y sorpresas. Nos gustan y deseamos las que nos llevan a la felicidad; rechazamos las que nos causan tristeza y sufrimiento. Lo que está claro es que con ambas debemos convivir y avanzar en nuestro camino particular. Cada uno necesitamos nuestro tiempo, nuestro proceso para encajarlo todo en nuestra vida. Nos marcan especialmente y algunas son puntos de inflexión en nuestra vida. Dios es especialista en sorprendernos. El anuncio de la Resurrección está lleno de esas sorpresas que hacen que nuestra vida cambie. El primer día de la semana las mujeres fueron al sepulcro a terminar de preparar el cuerpo de Jesús en el sepulcro y allí se vieron totalmente sorprendidas. En primer lugar, sobresaltadas, porque no lo esperaban, luego se llenaron de miedo, porque la novedad de la resurrección necesitaba ser procesada en su mente y en su corazón.