¿Cómo puede ser la cruz gloriosa? La cruz es signo de sufrimiento, de dolor, de muerte, de tortura. Así fue como lo vivió Jesús. Es la manera de mostrar los límites del hombre, en cuanto al amor y al trato que se daba a los que se consideraban enemigos. Jesús transforma su significado dándole la vuelta radicalmente, porque entrega su vida por amor hacia los hombres y nos enseña a perdonar, cuando dijo en la cruz: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). Perder la propia vida por amor es el mayor signo de generosidad que podemos realizar. Jesús nos ha marcado el camino, al cargar con nuestras culpas y morir en la cruz, para resucitar. Porque desde su entrega podemos afrontar cada acontecimiento de nuestra vida desde el abandono total en las manos del Padre, que nos permitirá experimentar el consuelo y la paz en medio de las turbulencias de la vida. Nuestro pecado ha sido absuelto en la cruz, por eso nos confesamos y recibimos la absolución cuando estamos verdaderamente arrepentidos; el sufrimiento cobra un nuevo sentido en la cruz, porque nos donamos por amor; nuestra muerte física y de nuestro propio ser, queda vencida en la cruz porque nos lleva a una vida nueva, la vida en Dios. Jesucristo quiere ser el protagonista porque ha de estar siempre en el centro, por eso la cruz es el símbolo glorioso del Amor que Dios nos tiene y de la Resurrección, que nos llama a la vida en plenitud.