A todos nos encanta ver a los nuestros sonreír, siendo felices con lo que están haciendo. Disfrutamos mucho cuando los vemos así. Nos gusta encontrarnos con personas afables, que te escuchan con dulzura y delicadeza, que te sonríen al encontrarse contigo y te transmiten alegría, porque su corazón y su interior la desborda. Reír nos transmite positividad, un buen sentido del humor que nos hace mirar la vida con optimismo, dando a cada cosa lo que merece y no dramatizando, para así evitar caer en la tristeza y perder la alegría.
Si echamos una mirada a nuestro alrededor cuando vamos por la calle o en cualquier transporte público podemos ver muchos rostros serios, tristes y angustiados de muchas personas, que por sus problemas personales y estados de ánimo reflejan la dureza de su vida, sumergidos en una tristeza, angustia e impotencia, que los convierten en víctimas del dolor y del sufrimiento. Hay veces que cuesta sonreír, porque nos vemos superados por las circunstancias, pero no podemos perder la esperanza, para que con lucha y tesón superemos las dificultades. La solidaridad y el apoyo de los que caminan a nuestro lado es fundamental, para avanzar y poder recuperar esa sonrisa en nuestra vida que nos permita mirar con ilusión y nuevos ojos el futuro que nos aguarda. El optimismo y la confianza en uno mismo tiene la capacidad de hacernos cambiar y superarnos interiormente, incluso cuando nadie apuesta por nosotros.