Hay muchas veces donde confiar en Dios no es tarea fácil por las dificultades que se nos presentan. Tratamos de buscar soluciones rápidas que hagan que todo vuelva a la normalidad para vivir así sin grandes sobresaltos, pero esas situaciones que se nos escapan de las manos hacen que nos inquietemos y nos pongamos nerviosos y que confiar plenamente en el Señor cueste un poco más. Mientras los enemigos acechan estamos en tensión, preocupados, agobiados, pensando que las cosas no funcionan y por instinto solemos ir a lo que siempre nos ha funcionado y nos da estabilidad. Buscamos nuestros puntos de seguridad que hacen que podamos recuperar momentáneamente esa calma que el imprevisto nos ha provocado.