Dios no tiene tiempo. El tiempo lo hemos inventado los hombres para organizarnos mejor y para dar valor a lo que hacemos. El tiempo muchas veces nos ata y nos esclaviza y hace que dediquemos nuestros esfuerzos a lo que creemos importante, según el momento que estamos viviendo. El tiempo creemos aprovecharlo, pero muchas veces lo malgastamos inútilmente en aquello que no nos beneficia nada para nuestra vida espiritual. Todos hemos escuchado más de una vez esa frase que dice: “El tiempo es oro”. Lo que es cierto es que lo que hagamos y dejemos que pase, sin haberlo aprovechado, disfrutado y valorado, ya no volverá. Porque la vida pasa y los momentos también. Piensa que cada momento que vives es irrepetible y que ya no volverá. No pierdas el tiempo y no dejes que te inunde la sensación de que has perdido el tiempo haciendo nada; es como dejar que tu vida vaya pasando sin aprender, madurar y enriquecerte nada. Que en tu fuero interno esté el que al menos has intentado cada cosa que te has propuesto, para que nunca te quedes con la sensación de que lo que has hecho es inservible. El tiempo no se recupera jamás. Por eso vívelo con intensidad como si fuese el primer y último momento de tu vida.