Entramos en la Semana de Pasión, la recta final del tiempo de Cuaresma que estamos celebrando. Hoy tienes la oportunidad de echar una pequeña mirada atrás, a lo que han sido estos más de treinta días de camino, de conversión. ¿Están siendo fructíferos? Espero y deseo que sí. Si no es así, todavía estás a tiempo de rectificar y darte una oportunidad con el Señor. Los días pasan rápido, hay veces que casi ni nos enteramos, por la velocidad con la que vivimos y tantas cosas como tenemos que realizar. El tiempo no se detiene y nos va consumiendo, nos permite aprovechar y desaprovechar oportunidades. ¿Cuántas has vivido con el Señor en estos días? El Señor te llama para que seas un hombre nuevo. Arriésgate y da el salto rompiendo con tu vida pasada, para darle cabida a Él y dejarte llevar por donde considere. No le preguntes, no le pongas trabas, demasiadas le has podido poner a lo largo de tu vida. Ahora es el momento de dar el paso definitivo, de lanzarte al vacío y dejarte coger por el Señor. No tengas miedo, Dios no defrauda. Déjate llevar.
vida
Dejarse trascender
Vivir en la presencia de Dios a veces nos cuesta demasiado, porque la exigencia de vivir nuestra vida de fe con autenticidad nos supone un gran esfuerzo, que, en ocasiones no estamos dispuestos a realizar en la práctica, aunque sí en la teoría. A veces es mayor el deseo que tenemos que la práctica que vivimos. Dejarse trascender es importante, porque nos permite entrar en la presencia de Dios en todo aquello que hacemos, y, nos da, además, la oportunidad de alcanzar la plenitud en todo aquello que realizamos. Por naturaleza estamos llamados a ir más allá de lo que vivimos y realizamos; la trascendencia nos ayuda a mirar a un Ser Superior, a Dios mismo, que quiere llenar nuestra vida de sentido. Como creyentes estamos llamados a distinguirnos de los demás por nuestra capacidad de trascendencia, de dejarnos tocar por el Señor, que como buen Padre siempre está dispuesto a abrazarnos y consolarnos con todo su amor.
La alegría de sentirte amado por Dios
La Pascua es el paso, de la muerte a la vida, del sepulcro a la Resurrección del Señor. Jesús ha muerto para darnos la salvación y enseñarnos el camino que debemos seguir para ir a su encuentro. En este tiempo de Cuaresma no solo nos preparamos para esta celebración tan gozosa, sino que también queremos vivirlo como el primer anuncio de lo que es la alegría, desear prepararnos para celebrar la Vida que el Señor Jesús nos da. Vivir en lo negativo, en la frustración, en la distancia con el Señor, es sumergirnos en la oscuridad, pudiendo elegir estar en luz que Dios nos quiere dar. Jesús quiere vivificarnos, y para eso quiere invitarnos a entregarnos a los demás, a vivir con pasión nuestra vida de fe, a compartir todo lo que tenemos, a poner a disposición de los demás nuestra propia vida… porque este es el espíritu de la Conversión, que nos ilumina y nos lanza a la verdadera felicidad.
Tentaciones
Es difícil mantenerse firme ante la tentación. A veces es una heroicidad rechazarla, porque conlleva mucho esfuerzo y sacrificio no caer en las redes de lo mundano, inmediato y placentero. Son muchas las ocasiones en las que perdemos la batalla y no salimos airosos, pues el pecado se hace fuerte y trata de apartarnos definitivamente de Dios para que perdamos totalmente la fe y seamos pasto de la ausencia y vacío del Señor en nuestra vida. El pecado viene siempre precedido de la tentación. Quien evita la ocasión, evita el peligro, pues hay veces que los pecados hacen que nos sintamos bien, que queramos mantenernos en esta situación de pecado, porque nos supone una vida fácil y frívola que hace que disfrutemos del momento, como algo único e irrepetible, pero que rápidamente nos genera una insatisfacción tremenda, siendo conscientes de que este no es el camino. Los prejuicios son un lastre y una condición que nos predetermina, pues dependiendo de la vivencia que uno tenga así serán los frutos que somos daremos en el nombre de Señor.
Perdonar
El perdón nos libera y nos da mucha paz interior, nos descarga del malestar que tenemos dentro y aumenta nuestra capacidad de amar. Siempre es más fácil decir la teoría que ponerla en práctica, y con el perdón suele pasar. Perdonar implica llegar a despegarse de las vivencias pasadas que nos han hecho sentir mal y causado daño. Cuando perdonamos nos liberamos a nosotros mismos, echamos fuera de nuestra vida el dolor y el resentimiento que podamos tener y que a veces supone una sobrecarga en nuestras espaldas. Es muy importante para llegar a perdonar de verdad aceptar lo que hemos vivido y que nos ha causado sufrimiento, dolor y decepción, porque el cruce de acusaciones, tanto las que nos hacen como las que realizamos resuenan en nuestra mente constantemente. Por esto es necesario hacer una reflexión seria y consciente sobre lo que tenemos que perdonar a los demás y también a nosotros mismos.
Avanzar sin retroceder
La esperanza es lo último que se pierde. En nuestro camino de conversión es lo que queremos pensar, que podemos llegar a cambiar nuestra vida para siempre con la ayuda del Señor, y no tener que volver a retroceder más. Avanzar para luego retroceder es perder energías y tiempo innecesariamente, pues vivimos para progresar y mejorar cada día, sin tener que estar todo el tiempo rectificando y empleando nuestros esfuerzos en demostrarnos que hemos cambiado y que nos vamos convirtiendo. La madurez que vamos alcanzando con nuestras experiencias de vida, nos deben servir para progresar y mejorar nuestra calidad de vida espiritual y personal, reforzando nuestras conductas y actitudes. Hemos de estar despiertos para llegar a ver con antelación las situaciones que se nos pueden presentar y que nos desbordan y destruyen lo construido con tanto esfuerzo y tesón.
Reflexión sobre el ayuno
Quizás por la falta de costumbre o porque no lo tenemos bien metido en nuestros hábitos y costumbres de nuestra vida espiritual, el ayuno es un arma poderosa para luchar contra el mal y las duras tentaciones a las que nos somete el demonio. El ayuno es importante para la vida cristiana, porque es un ejercicio espiritual que nos lleva a la libertad, ya que rompe ataduras relacionadas con los apegos a la vida del mundo y nos libera de la opresión del pecado. El ayuno es un precepto establecido por Jesús que nos dice: «Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará» (Mt 6, 17-18). Qué importante es el sentido que queremos dar a nuestro ayuno, para obtener una madurez espiritual y que el Señor nos conceda también la gracia por la que ayunamos. Es una acción que ha de salir de nuestro corazón y que no debe saber nadie, más que Dios que ve lo escondido y conoce lo más recóndito de nuestro ser.
Abre tu alma a Dios
Abre tu alma a Dios. No pierdas oportunidades de que el Señor remueva tu vida, todos los rincones. Él quiere llegar a cada lugar, para removerlo, renovarlo y darle un nuevo sentido. No puedes estar siempre igual, estancado en las mismas debilidades y flaquezas. Te terminas cansando y cayendo en la rutina, en el siempre lo mismo, y continuamente echando balones fuera para no quedar mal con nadie y aparentar que todo va sobre ruedas. No se trata de disimular, de mostrar otra cara distinta a lo que eres o haces. Crecer y avanzar es legítimo y positivo; lo que no se corresponde con nuestra vida es la doblez, la apariencia por mantener un estatus que se fundamenta en algo irreal, en una mentira que tiene poco recorrido. Que el Señor llegue a lo más profundo de tu ser, que te ayude a sacar todas tus cualidades y las puedas poner al servicio de los hermanos, aunque no camines al mismo ritmo que pretendas.
Un encuentro con Jesús
Seguro que conoces a personas maravillosas que todavía no han tenido una experiencia profunda del encuentro con Dios, y que estás deseando que lo tengan para que puedan experimentar el gozo de sentirse cerca de Él. El Señor toca el corazón y lo hace de una manera distinta a como nosotros pensamos. Todas las experiencias de fe son bellas, y llegan hondo; qué importante es encontrar el tiempo y el momento para que el compromiso sea eficaz. Los compromisos no perduran en el tiempo solo con buenas intenciones; los compromisos necesitan de entrega, identidad y sobre todo acción, para que puedan desarrollarse y lleguen así a los corazones de los interesados. El encuentro con Dios siempre te va a llevar al anuncio y a la puesta en práctica; sé instrumento para que la Palabra pueda encarnarse en tu entorno, dando lo mejor de sí y ayudando a construir el Reino de Dios.
Tu conversión depende de Dios
La conversión no puede ser un deseo, ha de ser una realidad. Son muchos los pasos que hay que dar para llegar a erradicar todos los defectos y debilidades que tenemos; son muchas las horas de oración que hay que pasar delante del Señor, escuchando todo lo que te tiene que decir, porque Él ya sabe todo lo que necesitas. La buena voluntad y los buenos deseos no son suficientes para convertirse, como tampoco lo es el decir que soy así y que es muy difícil cambie, que Dios “me arregle”. Recuerda que para Dios todo es posible, porque es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia. Nosotros somos personas de paso, con un tiempo limitado en la gran historia del mundo. Aporta tu granito de arena para construir y hacer realidad el Reino de Dios en los ambientes en los que te mueves. El Señor quiere servirse de ti para que seas el primero en entregarle tu corazón, no lo dudes, lo necesitas para encontrar el verdadero sentido a todo lo que acontece en tu vida, incluso aquello que no entiendes y te cuesta trabajo aceptar y asumir.