Una jornada dura marcada por la subida al O Cebreiro, monte que nos da la bienvenida a Galicia y nos acerca un poco más a Santiago de Compostela. Toda la etapa venía condicionada por esta subida. Las primeras sensaciones buenas, pero con expectación de lo que estaba por venir, porque aunque parece que tienes todo controlado, el Camino, como la vida, siempre sorprende y suele ponerte en su sitio, sin contemplaciones. Un cierto temor siempre me ha acompañado hasta el final de la etapa, porque no era capaz de prever la reacción de mi cuerpo, aunque sí me sentía bien y consciente de que podía llegar al final yendo con calma y cabeza. ¡Qué importante es conocerse a sí mismo! Aunque a veces no nos resulta fácil mirar dentro de nosotros. Abrir el corazón a uno mismo es una tarea hermosa, pero otras veces no tanto. Parece que en ocasiones nos da miedo observarnos, porque supone enfrentarnos a nosotros mismos y asumir nuestros miedos, debilidades, flaquezas… ¿Estás dispuesto? Conocerse a sí mismo es todo un reto que te ayuda a saber tomar buenas decisiones buscando lo que da equilibrio y te hace estar más seguro de ti mismo.
En la larga y dura subida son muchos los pensamientos que han venido a mi mente, porque la vida no es un camino de rosas y porque aceptar las dificultades y superarlas es algo bastante complicado de realizar. Te sientes sin aliento, con ganas de abandonar; piensas en tantas personas que conoces y que lo están pasando mal y cómo no tienen más remedio que aceptar la carga, la Cruz, los problemas y dificultades que te dejan sin aliento y sin fuerzas para dar los siguientes pasos. Aquí cobran especialmente sentido las palabras de Jesús cuando dice: «Venid a mi todos los que estáis cansados. y agobiados que yo os aliviaré, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. » (Mt 11, 28-30).Porque el Señor nunca abandona y a pesar de que parece que a veces no nos escucha, siempre sabe lo que necesitas sin que le pidas nada. Solo hace falta ponerse en sus manos y dejarse llevar. En medio de los problemas y dificultades Dios siempre está alerta, dispuesto a echarnos una mano. Tu dolor y sufrimiento no pasan desapercibidos. A pesar de que no veas el final, siempre termina llegando, aunque todo parezca imposible y te sientas solo. El Señor siempre está a tu lado y no te abandona, porque Dios es fiel, hasta las últimas consecuencias.
Subiendo O Cebreiro es fácil tener esa sensación de “interminable”. Por mucho que desees que todo pase pronto, hay que hacer el camino. El deseo nunca va a hacer que las cosas terminen o sucedan antes; lo único que hace es ponernos más nerviosos y mermar nuestras esperanzas, haciendo surgir en ti las dudas; las fuerzas flaquean y puedes llegar a pensar que no merece la pena. ¡Qué importante es el esfuerzo y no claudicar! Es la eterna lucha entre “el sí y el no”; entre “lo bueno y lo malo”; entre comprometerse o no. Son las decisiones importantes que hemos de tomar en los momentos concretos donde nuestra vida está en juego. A pesar de la duda, siempre ha de estar en el horizonte el fin de nuestra misión, de porqué estamos aquí. A Cristo le pasó lo mismo en Getsemaní, en el momento de decidirse a entregar la vida: «Padre, que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42). Y su angustia era tal, que sudaba como gotas de sangre, porque decidirse no es fácil y llegar al Calvario para dar la vida, hasta el extremo, tampoco. Por eso es importante tener clara la misión, para que en el momento crucial no abandones y seas capaz de ponerte en las manos del Señor, dejando que sea Él quien te serene y sostenga.
¡Ten fe! Procura alimentarte de Él cada día para que tu vida esté llena de su amor y llegues a experimentar que merece y mucho la pena estar lleno de Dios, porque amando y haciéndolo todo por amor, lo pesado del camino se transforma, no por ti, sino por Él, que es capaz de convertir en posible lo imposible. Siempre hay personas que te superan, que te adelantan, que pasando por lo mismo que tú, se convierten en testimonio, en estímulo para seguir avanzando y mostrarte que es posible, pues en la vida “todo depende del color del cristal con el que miremos las cosas” (Tony de Mello).
No olvides nunca que por muy difícil que veas el camino, Dios siempre está ahí, bien dispuesto a ayudarte, solo hace falta que le llames, le abras tu corazón y dejes que entre para que la paz y la esperanza se agranden y logren echar al desaliento y el sufrimiento de tu interior. Dios lo puede todo, ¿lo crees?