El encuentro con Dios nos da una fuerza especial difícil de explicar, capaz de llevarnos lejos y de superar todas las dificultades personales con las que nos podamos encontrar. Hace que nuestro corazón vibre de una forma única y que nada, ni siquiera el sentimiento humano es capaz de llegar a igualar. Todo esto depende de Jesús y a nosotros, por mucho que queramos llegar a comprender y razonar, nos supera porque las cosas de Dios son así. Deja de racionalizar tu vida de fe, simplemente lánzate a volar para que puedas hacer cosas grandes en el nombre del Señor y que esto te llene de felicidad. Esa vida feliz hace que te entregues a Dios por completo y vueles donde el Espíritu Santo te lleve, sin estar preocupado de tenerlo todo bajo control para así estar más seguro.
Cuando el corazón está en Dios, las seguridades y el control de la vida de uno se vuelven innecesarios, dejan de tener valor, porque Dios lo copa todo y sabes que la mejor compañía es la suya. Así es como Dios nos ha pensado y así es como nos quiere: libres y puestos en sus manos. Dios es la mejor compañía que podemos tener y nuestra mayor seguridad. No podemos compararle con nadie y si queremos estar con Él nos prioriza por encima de todo. No falla en sus roles ni normas de comportamiento dejando que su paz y amor lo podamos sentir más cerca de nuestro corazón, para que así podamos mantenernos firmes la fe.
Que la fe sea el empuje que nos ayude a ir a los brazos del Padre Bueno que siempre nos quiere a su lado. Pídele que te ayude a permanecer siempre unido a Él y que tu corazón sólo esté con Dios, con nadie más, para que así puedas vivir la fe sin apartarte del amor de Dios.
Qué bonito es poder sentirse parte de la obra creadora del Señor y que tu testimonio creyente sirva para que los demás se acerquen a Él para sentir que también sus corazones se desbordan de amor, como el tuyo. Aunque nuestro lenguaje es pobre y limitado para expresar todo aquello que sentimos y vivimos, Dios nos ha regalado la capacidad de sentir para que así nos unamos desde los corazones y juntos sepamos cuál es el “idioma” que estamos hablando, porque experimentamos lo mismo y nos sentimos unidos al proyecto tan hermoso de vida que el Señor nos ha planteado en el Evangelio.
Como Dios es un Misterio que se nos escapa de las manos, pero que se pone cada día en ellas para que le llevemos allá donde estemos, quiere que nuestro corazón esté lleno de su amor para que así podamos hablar de Él en todo momento. Cuando uno se siente enamorado, no oculta ni esconde nada de lo que siente. Así han de ser nuestras reacciones cuando se trata de dar razón de nuestra fe. Necesitamos expresar todo lo que Dios significa para nosotros. “Dios quería ser conocido, se ha revelado a sí mismo” (Youcat 7) para que así podamos seguir participando del proyecto de la Historia de la Salvación que ha establecido para nosotros. Desde nuestra capacidad de amar es desde donde podemos participar “algo” de los pensamientos más íntimos de dios porque para nosotros es inalcanzable e incomprensible.
Como su amor es tan grande, se ha querido quedar con nosotros en la Eucaristía, para que tengamos la oportunidad de acercarnos, recibirle y llevarle a los demás. Por eso nuestro corazón debe estar atento para descubrir cómo y de qué manera Dios quiere hablarnos y comunicarse con nosotros. Deja que Él llene tu corazón para que así puedas compartir sin temor la felicidad que tiene tu corazón.