Seguro que conoces a personas maravillosas que todavía no han tenido una experiencia profunda del encuentro con Dios, y que estás deseando que lo tengan para que puedan experimentar el gozo de sentirse cerca de Él. El Señor toca el corazón y lo hace de una manera distinta a como nosotros pensamos. Todas las experiencias de fe son bellas, y llegan hondo; qué importante es encontrar el tiempo y el momento para que el compromiso sea eficaz. Los compromisos no perduran en el tiempo solo con buenas intenciones; los compromisos necesitan de entrega, identidad y sobre todo acción, para que puedan desarrollarse y lleguen así a los corazones de los interesados. El encuentro con Dios siempre te va a llevar al anuncio y a la puesta en práctica; sé instrumento para que la Palabra pueda encarnarse en tu entorno, dando lo mejor de sí y ayudando a construir el Reino de Dios.
Hay veces que a las personas les cuesta trabajo abrirse, incluso encontrarse con el Señor. Abrir el corazón a lo desconocido no es fácil, porque supone una renuncia personal a nuestro propio ego, a nuestros caprichos y deseos. Enfrentarse a uno mismo siempre cuesta trabajo porque has de estar abierto a lo desconocido, a lo que no dominas y que es posible que se escape de tu control. Que la falta de sentimiento no sea el motor de tu vida; que no te dejes llevar por la indiferencia o la desgana, pues lo único que hacen es limitar tu deseo de amar a Dios. La fe mueve montañas y te hace entregar tu vida a lo que viene de Dios. Quizás hay veces que te cuesta trabajo llevarlo a la práctica, pero merece la pena porque Dios siempre responde a las necesidades que le planteamos. Deja que el amor sea el motor de tu vida para que llegues así a los corazones de los que te rodean.
No dejes que el desánimo te invada y te quite el deseo de avanzar y mejorar; que el Amor de Dios sea la puerta por la que accedas a los demás, al mismo Cristo que quiere dar sentido a tu vida. No dejes que el Espíritu Santo se relacione solo con un aspecto de tu vida; te ha de hacer libre en todas las facetas y ámbitos de tu existencia; has de tener una mentalidad totalmente distinta a la actual, para que así puedas descubrir todo lo que te dice en cada momento de tu vida. Que la sencillez de tu corazón sea tu barra de medir, a mayor sencillez menor miedo para actuar. Que la alegría del Señor te acompañe siempre, No te dejes llevar; en la vida de fe no se vive a base de impulsos, se vive desde el compromiso constante y perseverante para que así cada encuentro con el Señor Jesús te lleve a seguirle con mayor radicalidad. Ser discípulo de Jesús es estar dispuesto a dejarlo todo, a no tener ningún apego a nada.
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán» (Lc 13, 24). Jesús es la puerta por la que accedemos al Señor, siempre dispuesto a abrirnos y dejarnos entrar, sin ningún tipo de condición ni distinción. Quiere que entres para abrazarte, para perdonarte, por eso esta Cuaresma ha de ser especial, porque el Señor Jesús te está esperando, para que entres por la puerta y accedas a tanto bueno como Dios quiere regalarte. No es accesible a todos, porque hace falta un corazón desprendido, abierto también de par en par, para dejarse hacer por el Señor. Abre tu corazón a Jesús, siente la necesidad de que Él te sane, te salve, te perdone, te llene de su amor, te ayude a ser humilde para ser consciente de que necesitas la misericordia de Dios en tu vida, y sobre todo te dejes renovar por Él, que quiere que des mucho fruto y ese fruto sea abundante. Confía en Jesús y déjate amar.
Encuéntrate con Jesús y no te defraudará. No te lo pienses, ahí es donde se ve tu valentía y determinación.